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Una de radio


Luis Iglesias

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Pues sí, me parece un tema muy interesante. Estaría bien que alguien comenzara un hilo a partir, por ejemplo, de lo que se comentó en el programa.

 

Por si acaso no surge, doy una breve opinión. Creo que el deseo de competir debe surgir del propio alumno. Está bien animarle, quitarle el miedo que pueda tener, especialmente el miedo a los malos resultados, etc... Pero no estoy de acuerdo con que si no hay competición se está perdiendo el tiempo.

 

En primer lugar decir que el primer programa fue bastante ameno, y estoy descargando el segundo, por lo que aún no puedo hablar de él.

 

En cuanto a lo de competir o no competir creo, personalmente, que de ello surge un "malentendido" a sabiendas :-P Quien dice que el ajedrez es un deporte tendería a mostrar el lado de la competición (el ajedrez de torneo), mientras que el ajedrez educativo (al margen del anterior) sería el ajedrez tomado como un juego - ok, es algo más que un juego, pero démosle valor a la variante lúdica -.

 

Estoy con pajarraco en que se podría comenzar un hilo a partir del debate "competir vs. jugar"; espero que se abra. Cada uno tendrá sus experiencias con los niños, y de ello extraerá sus conclusiones. Para mí es claro que depende de cada niño y de su entorno cercano. Unos quieren competir desde el principio y otros no. Desde este prisma, en el pasado, a unos les he recomendado participar en torneos y a otros - tras analizar los motivos de no querer jugar - les he recomendado lo contrario (más bien a sus padres, creo que me entendéis).

 

Por otro lado, no sé quién ha dicho que si no se compite se pierde el tiempo (pregunto, igual alguien puede aportar alguna cita). Por ejemplo, el "ajedrez educativo" es muy utilizado en algunos países, como Argentina, Uruguay, Brasil o Italia, sólo por citar aquellos sobre los que tengo más referencias. La ex URSS tenía experiencias realmente alucinantes con ello también (pueden verse las de Igor Sukhin, por ejemplo), de las cuales Rusia conserva algunas. En España hay también varias interesantes.

 

Ojo, se hablaría de extraer los supuestos beneficios del ajedrez - sobre todo el thinking process (sistema o proceso de pensamiento) en la forma "aprender a pensar" - utilizándolos de forma pedagógica, ¡lo cual no quiere decir que un chico aprenda necesariamente a jugar mejor al ajedrez! Marina Rizzo y su escuela argentina el Caballito de Palermo es un buen ejemplo de ello. En este contexto los chicos juegan entre ellos y con los profes durante los juegos y pueden acudir a jugar torneos de ajedrez o no. Y hay chicos que parecen haber desarrollado ciertos aspectos cognitivos muy interesantes y NO son los mejores de ajedrez. Obviamente no es fácil dar al César lo que es del César y depende del método y el tiempo empleados poder relacionarlos de forma semi-directa con el ajedrez.

 

* Podría llenar esto de vínculos, pero prefiero dejar texto plano para no saturar. Si alguien quiere que lo haga lo hago, no hay problema :-)

 

Jugando torneos se pone a prueba el thinking process del niño a través de la toma de decisiones. Mediante el análisis de la partida se comprueba la calidad de las decisiones tomadas (aunque siempre media el problema de cómo y quién mide esas decisiones y establece el grado de "corrección", una navajita de Ocam de doble filo). Por este lado la competición de ideas a través del ajedrez es realmente fantástica para la mejora de toma de decisiones (siempre que luego sean criticadas objetivamente).

 

Por otro lado, la lucha de los "egos" puede perjudicar a los niños que pierden muchas de sus partidas. Puede disminuir su autoestima, por no decir otras cuantas cosas.

 

Así, pues, en mi opinión, jugar torneos o no jugar tiene dos respuestas optativas - sí, no -, pero una sola correcta: depende.

 

Un saludo y reitero mi enhorabuena al programa! Eyyy, fin de la descargaaaa :-P

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Gracias, Jorge.

Notable tu aportación al tema de competir-jugar. Por cierto, me has recordado una cosa que escribí hace años sobre el tema y ya puestos la pego aquí:

UN IDEAL PEDAGÓGICO

 

 

 

La pedagogía ha evolucionado a lo largo de la historia y, sin duda, seguirá haciéndolo con ese paso tímido y sutil que casi siempre ha utilizado. Los grandes cambios en los sistemas educativos son peligrosos; no obstante, a veces se hacen necesarios. El problema de los pequeños cambios es que a veces pasan desapercibidos.

 

La educación tradicional consideraba al niño como a un adulto pequeño y que su corta edad y su falta de experiencia y conocimientos era la diferencia básica que le alejaba de la madurez. Por ello, la labor del educador consistía en llenar el cerebro del niño de datos y más datos, sin molestarse en formar su pensamiento ni su capacidad lógica y de raciocinio. Como bien dice Dolores Pou de Foxa “el sistema educativo convierte a los niños en loros, que simplemente saben repetir lo que otros les han enseñado”.

 

Lo cierto es que, además de la evidente falta de conocimientos, el niño tiene un proceso mental diferente al adulto, ya que todavía no domina la estructuración de su cerebro; digamos que nuestra inteligencia es similar a la de un ordenador y los datos se almacenan en carpetas y subcarpetas; el adulto controla un índice de carpetas, sin embargo, el niño todavía no. Ya Rousseau afirmaba que cada edad tiene sus maneras de pensar, formulando enunciados del tipo “cada edad tiene sus recursos” y “el niño tiene sus formas propias de ver, pensar y sentir”. Sin embargo, el lento caminar de la pedagogía hizo que hasta el siglo XX no se aceptasen estas ideas. Ahora se sabe que es necesario ayudar al niño a descubrir ese “índice” que le permita entender la estructuración que rige el pensamiento.

 

 

 

En este mismo orden, la mayéutica de Sócrates es una llamada clara a la actividad del alumno más que a su docilidad; y como diría Montailne, “Saber de memoria no es saber”. Claparède también apoyó estas afirmaciones en su ley de autonomía funcional: “En cada momento de su desarrollo, un ser animal constituye una unidad funcional, es decir, sus capacidades de reacción están ajustadas a sus necesidades”. Y es el tema principal de esta exposición que las necesidades del niño no son las mismas que las del adulto.

 

 

 

Dewey y Claparède aseguran que el trabajo obligado es una anomalía antipsicológica. Este hecho se acentúa en el caso de los niños, lo cual no debe interpretarse, como bien apuntó Claparéde en su libro “La educación funcional”, que la educación activa exija que los niños hagan lo que deseen: “es necesario que los niños quieran todo lo que hacen; que hagan, no que les hagan hacer”. La necesidad creará el interés en el niño y este factor provocará que el niño actúe de la mejor forma. El interés es el eje de todo el mecanismo pedagógico. A fin de cuentas, se trata del básico principio de Estímulo-Respuesta, que dice que el ser humano actúa o responde sólo cuando se le plantea un estímulo, ¿y qué es un estímulo más que una necesidad?

 

 

 

Pero Dewey dio un paso más en este punto, diciendo que el interés verdadero se crea cuando el yo se identifica con una idea u objeto, cuando encuentra en ellos un medio de expresión y se le convierten en el alimento necesario para su actividad. Por eso la escuela activa reclama que el esfuerzo del alumno salga del mismo alumno y no le sea impuesto. Por supuesto, un adulto no aceptará nunca estudiar o aprender algo si no le encuentra un valor, una utilidad, un sentido, si no comprende la relación entre la materia a estudiar y su persona; razón de más en el caso de los niños. Es evidente que la forma de aprender es por medio de una conquista activa en la que, por ejemplo, el alumno reinvente la ciencia en lugar de repetirla mediante fórmulas; comprenda las matemáticas para que pueda resolver problemas pese a no conocer las formulas; y entienda el lenguaje, no limitándose a ser como un simple diccionario ortográfico incapaz de redactar un texto por falta de iniciativa o práctica.

 

 

 

Si tenemos en cuenta estás últimas teorías, si los niños no son “adultos sin cultura”, la misión del educador no será tanto dar cultura al niño, si no formar la razón intelectual y moral de sus alumnos para que lleguen a ser “adultos” a los que llenar de cultura. Pero como esto no es algo que sea fácil de conseguir, porque no es posible enseñar a los cerebros su propia forma de ser, lo que deben hacer los educadores es encontrar el medio y los métodos más convenientes para ayudar al niño a realizarse por si mismo, es decir, ayudarle a alcanzar en el plano intelectual la coherencia y la objetividad y en el plano moral la reciprocidad, es decir, atenuar su egocentrismo para que, al comprender que no todo depende de él, busque otras respuestas.

 

En resumen, el fin de la educación intelectual no debe consistir en llenar la memoria de datos, más bien en formar inteligencias, mentes creadoras, lógicas, inventivas, críticas, con afán analista e investigador: Formar mentes inteligentes.

 

 

 

Es preciso insistir en que hay que enseñar a que el niño aprenda a aprender, no a que se llene de conocimientos que con el tiempo olvidará. Y para ello hay que desarrollar sus aptitudes de investigación, de adaptación, su curiosidad. Motivarles para que inventen y experimenten. Esta es una de las más persistentes recomendaciones de la Conferencia Internacional de Instrucción Pública.

 

 

 

Pero ¿cómo podemos llegar a este fin en apariencia utópico? ¿Cómo conseguir que el niño desarrolle su inteligencia? ¿Cómo lograr que se sienta representado? Y lo más importante ¿cómo hacerlo de forma que respondamos a sus estímulos y necesidades?

 

Una posible respuesta podría ser el juego, ese es su mayor estímulo, la primera necesidad del niño, porque su instinto le mueve a jugar: Pero hay que enseñarle juegos que le hagan razonar, comprender que sus actos tienen consecuencias lógicas, que con un poco de esfuerzo, con algo de concentración, su dominio del juego mejora. Porque de este modo su mente madurará al extrapolar lo aprendido en el juego a la vida real y comprenderá que el esfuerzo tiene su recompensa.

 

Esta hipótesis la avalan John Harsanyi, John Nash Y Reinhard Seiten, quienes recibieron en 1994 el Premio Nobel de Economía al elaborar una teoría que explica las relaciones entre empresas competidoras mediante la Teoría de los juegos sociales.

 

 

 

¿Qué son los juegos sociales? Son aquellos que no dependen de decisiones sentimentales, si no de medidas racionales. La “Formula del equilibrio Nash” hace depender el posicionamiento de la empresa y sus estrategias de acción de la información que se recibe del oponente. La teoría del juego busca situaciones interactivas en las que una o más personas compartan el control de un grupo de variables y en las que se deben tomar decisiones en relación a las actividades o posiciones de conjunto.

 

 

 

Un juego que reúne estas características es el ajedrez: Quizá por eso comenzó a practicarse en tiempos antiguos por los regentes y señores del mundo. Hoy en día existen buenas escuelas y buenos maestros que enseñan algo más que a mover las piezas y a jugar de forma intuitiva. Este juego puede enseñar al niño a razonar, a buscar soluciones aun cuando las cosas se pongan mal, a controlar sus impulsos y a comprender que el estudio de las circunstancias es importante. Por otro lado, el niño encuentra en este juego una utilidad a corto plazo, que para él es esencial: Poder jugar con los amigos e incluso con sus padres, sintiéndose más próximo a ese mundo de adultos que en el fondo admira.

 

 

 

La Conferencia Internacional de Instrucción Pública, en su Recomendación nº. 43, (La enseñanza de las matemáticas en las escuelas secundarias), en el artículo 22, la Conferencia internacional de Instrucción pública (Oficina Internacional de Educación y UNESCO) dice:

 

22. Es necesario: a) estudiar los errores de los alumnos y ver en ellos un medio de conocer su pensamiento matemático; b) impulsar a la práctica del control personal y a la autocorrección; c) dar el sentido de la aproximación... ; d) dar prioridad a la reflexión y al razonamiento.

 

Con estos argumentos defendieron la necesidad de la enseñanza de las matemáticas en las escuelas de secundaria; pero si nos damos cuenta, todos estos puntos son aplicables a los beneficios del ajedrez. De hecho, en España, el ajedrez ya se imparte como clase optativa en colegios de Canarias, Cataluña y Valencia.

 

 

 

En resumen, mediante una necesidad básica, como lo es el juego, podemos educar al niño y enseñarle a aprender: El ajedrez nos ayuda en este sentido, pero sin dejar de lado el ejercicio disciplinado mental que se logra a través de la utilización de estrategias; de las que se valdrá el pequeño para conseguir la finalidad del juego: Ganar. Lo que, a su vez, impulsa un espíritu competitivo en el niño, que deberá ser encausado a conseguir mayor conocimiento mediante sus propias acciones: Su responsabilidad aumenta con cada movimiento o jugada que realiza en el tablero. El niño deberá ser capaz de darse cuenta de que aún si en el juego pierda, la capacidad de raciocinio lógico le ayudará a conseguir la victoria la próxima vez. La misma actitud que llevará a la realidad, hará de los niños de hoy los adultos cultos y exitosos del mañana.

 

 

 

La pedagogía ha evolucionado a lo largo de la historia y, sin duda, seguirá haciéndolo con ese paso tímido y sutil que casi siempre ha utilizado. La inclusión de la disciplina del ajedrez como clase optativa en los colegios puede ser un gran cambio en el sistema educativo; pero quizá sea necesario para apoyar el crecimiento intelectual del niño de la mejor forma posible. Un gran cambio comienza con un pequeño paso.

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¿Entrevista al A.I. Jesús García?, ¿Derbi Delicias- Ramiro?. Como en Tele 5 :lol:

Por cierto lo de las descargas no me hagas mucho caso pues no era eso por lo que se ve.... Leontxo lleva ventaja ;):lol:

 

No, no, no confundamos, ahora soy AN, lo que he pasado es el examen para AF, y para el próximo año espero tener el título.

Enhorabuena por la iniciativa Luis.

Un saludo

Ghessuss

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Gracias, Jorge.

 

Notable tu aportación al tema de competir-jugar. Por cierto, me has recordado una cosa que escribí hace años sobre el tema y ya puestos la pego aquí:

 

 

UN IDEAL PEDAGÓGICO

 

La pedagogía ha evolucionado a lo largo de la historia y, sin duda, seguirá haciéndolo con ese paso tímido y sutil que casi siempre ha utilizado. Los grandes cambios en los sistemas educativos son peligrosos; no obstante, a veces se hacen necesarios. El problema de los pequeños cambios es que a veces pasan desapercibidos. [...]

 

Interesante tu "semi-tesis" también, Luis :-P

 

Desde luego los tiempos han cambiado, pero sigue sin ser fácil alcanzar determinados objetivos, qué duda cabe. Y eso que sabemos más sobre la estructura del cerebro, sobre los estilos de aprendizaje y tantas otras cosas. Pero utilizar las herramientas pedagógicas adecuadas siempre incluye otra incógnita en la ecuación: el tiempo, tanto para preparar las actividades como para llevarlas a cabo.

 

Porque no olvidemos que cada cerebro de un niño es un mundo - muy diferente al de los adultos - y aprende de forma diferente y, en consecuencia, cada niño también. ¡Parece ser que, a fin de cuentas, deberemos pensar (y actuar muchas veces) como niños si queremos siquiera acercarnos a esos objetivos! No sé vosotros, pero yo empiezo ya a escribir la carta a los Reyes Magos xD

 

Un saludo!

 

 

 

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Cierto. Y cuando uno empieza a perder "la mirada del niño" está empezando a resbalar por esa pendiente, a veces corta a veces prolongada, pero cuyo final todos conocemos...

 

Lo de Luis, no tiene precio. No digo más, puede parecer que son palmaditas en la espalda que se las lleva el viento; pero él sabe que por aquí vamos en serio (¡incluso cuando toca alabar!).

 

¡Felicidades y a seguir igual!

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Como siempre, las disertaciones de Jorge y Luis, interesantísmas. Aprovecho para felicitar a Jorge por su excelente web.

 

El propio Jorge se preguntaba (con razón) quien podría ser el autor directo o indirecto de esa frase de la que yo decía discrepar (" si no se compite, se está perdiendo el tiempo"). Bueno, he de decir que esa frase es una pequeña maldad que deje caer y que tiene un solo destinatario, que yo sepa. Si el interesado capta el mensaje, pues vale. Si no, pues también vale. No pasa nada.

 

Porque algo de esa actitud existe, aunque no voy a entrar en detalles. :)

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¡¡¡ Arregrarlo de inmediato, POR FAVOR !!!

 

Es la primera vez que he "visto" este programa en directo, integramente.

 

LUIS: ¡¡ sigue asi !! Y NO LO DEJES

 

Me he emocionado con el Sr. CODINA, una institucion en el ajedrez historico aragones. Me siento privilegiado de ver la partida de estos montruos esta mañana contra el Sr. Serrano; que tambien hay que aplaudirle por su gran pasion por el ajedrez. La partida la gano el Sr Codina, despues de una gran lucha y, como no: EXQUISITA DEPORTIVIDAD.

 

Yo tambien fui componente del Fuenclara durante varios años. Nunca olvidare a un compañero de equipo, de entre todos los camaradas que estabamos entonces (¿verdad, Wilson?):

DON RAMON REY ARDID.

 

Tengo muchos recuerdos, que algun dia dare a conocer a los jovenes, sobre todo; para que sepan quien era el MAESTRO.

 

Vamos a por el cuarto programa, Luis.

 

Un abrazo

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Como siempre, las disertaciones de Jorge y Luis, interesantísmas. Aprovecho para felicitar a Jorge por su excelente web.

 

El propio Jorge se preguntaba (con razón) quien podría ser el autor directo o indirecto de esa frase de la que yo decía discrepar (" si no se compite, se está perdiendo el tiempo"). Bueno, he de decir que esa frase es una pequeña maldad que deje caer y que tiene un solo destinatario, que yo sepa. Si el interesado capta el mensaje, pues vale. Si no, pues también vale. No pasa nada.

 

Porque algo de esa actitud existe, aunque no voy a entrar en detalles. :)

 

Gracias, en la web hacemos lo que podemos para aportar información, pajarraco (me da no sé qué poner este apelativo xD ). Bueno, respecto a la frase ya intuyo que el destinatario no soy yo jaja, por razones obvias, pero te preguntaba por ella porque no es la primera vez que la oigo y seguro que tampoco es la última. Y tal actitud, SIN DUDA, existe.

 

Aquí supongo que hablas de Aragón y veo que de algún "conocido", pero podría citar sin temor a equivocarme al menos un país sudamericano donde esto es llevado a límites hasta peligrosos (es mi opinión; no hablo del país en general sino de las zonas - no siempre urbanas - donde son buscados talentos a edades tempranas de forma sistemática. Sin embargo, los responsables institucionales de tal acción "avalan" dicha política, y por eso hablo de país).

Me resisto a hablar sobre ello en la web, a pesar de los comentarios de monitores y profesores que ven eso "antinatural" y lo expresan abiertamente. Quizá la Comisión Mundial de ajedrez en las escuelas debiera hacer caso de sus "llamadas", exponiendo algo en su web cuanto menos, pero no parecen estar por la labor :-(

 

En fin, que de todo hay en este mundo, y tampoco sé quién dijo esta frase...

 

Un saludo

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Yo tambien fui componente del Fuenclara durante varios años. Nunca olvidare a un compañero de equipo, de entre todos los camaradas que estabamos entonces (¿verdad, Wilson?):

DON RAMON REY ARDID.

 

Tengo muchos recuerdos, que algun dia dare a conocer a los jovenes, sobre todo; para que sepan quien era el MAESTRO.

 

 

Pues me encantaría escucharlos/leerlos, isaluis. Me han contado un montón de cosas sobre don Ramón quienes le conocieron e incluso he podido leer, en una extreña primicia, muchos de sus análisis manuscritos en los libros de la biblioteca - su biblioteca, casi podría decirse - de ajedrez de Ibercaja. ¡Es impresionante lo que escribía este hombre en los márgenes! Que si "atención a esto...", que si "compárese con..." que si "error en tal jugada...".

 

Así que, por favor, cuando tengas un rato... y gracias por adelantado.

 

 

 

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Todo lo que se diga de Rey Ardid es poco. Un sabio. Da rabia pensar que si un talento como el suyo hubiese florecido en otras circunstancias históricas, quizá estaríamos hablando de un GM de élite mundial. ¿Os imagináis la combinación de sus conocimientos enciclopédicos con la dedicación exhaustiva de un Ivanchuk, por ejemplo?

 

De todos modos, aunque que seguro que sintió tener que dejar el ajedrez de primera línea, hay que recordar que fue una eminencia en su campo profesional, la psiquiatría. De ahí que sus apellidos den nombre tanto a centros de salud mental como a un club de ajedrez de Bilbao, por ejemplo.

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Tenía un niño en clase al que le encantaba solucionar problemas. Era un apasionado de la parte artística de nuestro ajedrez. Descubría los secretos tácticos de las posiciones con talento; sin embargo..., su padre lo borró de la actividad porque el niño no quería competir ni jugar. Que pena me dio y me da el que se perdiese este chico...

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